Tatuajes: prejuicio social y discriminación laboral.

El otro día hablando con un amigo que es tatuador le comenté los tatuajes que quiero hacerme y algunos diseños que me gustaban. Con una risa de falsa inocencia, me contó que en ocasiones se arrepentía de haberse hecho tatuajes, por ejemplo, a lo largo del brazo. "No es que no quiera tenerlos, pero es ahora cuando ves la repercusión laboral que tienen. En algunas empresas no me han querido contratar porque según decían 'daba una mala imagen'. Pocos son también, por ejemplo, los bares donde pasan por alto el hecho de que lleves tatuajes en el brazo. Y yo paso de tener que ir a trabajar con manga larga en verano." Estas fueron sus palabras textuales. Probablemente si me lo hubiese dicho otra persona no le habría dado tantas vueltas al tema, pero saliendo de alguién que es un tatuador profesional, además de otros estudios, me sorprendió muchísimo.

No creo que a estas alturas sea necesario dejarlo claro: el tatuaje es un arte. Han existido desde la antigüedad o bien como una expresión de identidad o como un tributo (cultural, religioso, personal, etc.). No por llevar tatuajes eres un delincuente, que suele ser el prejuicio más relacionado con estes, culpa en gran parte de la influencia del fanático y precario cine de Hollywood. Los tatuajes se suelen relacionar con una persona conflictiva, por eso de que las bandas callejeras o algunas mafias llevaban (o llevan) su marca tatuada. De hecho este fue el uso inicial del tatuaje: marcar a las personas. Se usó con este fin, sobre todo, en la Alemania nazi con los presos judíos. Actualmente deberíamos agradecer a cientos de artistas (como David Hale, Amanda Wachob, Ien Levin, etc.) que han hecho posible que, a lo largo del tiempo, el tatuaje se encaminase hacia una representación más artística o personal, alejándolo de su relación con la delicuencia o la marginación, con ánimo de plasmar en ti algo significativo o simplemente como complemento. Arte sobre la piel.

Probablemente muchos dirán que laboralmente el empresario tiene derecho a decidir unos requisitos estándares de vestimenta e imagen en su negocio. Totalmente de acuerdo. En muchos países, poniendo otro ejemplo, las empresas, con su política de imagen, pueden rechazar a una persona gorda sin ningún tipo de problema legal. Ah, no, que nadie se queje. ¿Estás gordo? Lo siento, no nos interesan los gordos. Evidentemente me estoy yendo a otro extremo de la situación para hacerlo más fácil de ver. El nivel de capacidad de una persona no se mide por lo tatuado, se mide por lo demostrado. Para un trabajo has de tener unas aptitudes mínimamente requeridas. Las cumples. Punto. Es lo que a un empresario le interesa. Le interesa la productividad. El beneficio del trabajo. Si tuviese veinte empleados con tatuajes que incrementan la productividad de la empresa en un 15%, además de la aportada por el resto, no creo que fuesen despedidos. La imagen juega un papel fundamental hoy en día, lo entiendo. Pero no solo con los tatuajes, sino con cualquier otro aspecto. No pretendo incitar a que vayas al trabajo con la ropa rota y una cresta de 1 metro. Entiendo que deben existir ciertos estándares de vestimenta en una empresa, fuera de ahí haz lo que quieras. Pero no pretendamos crear un mundo laboral tan elítista con respecto a los estereotipos sociales. De esta forma solo se consigue que los que lleven tatuajes sean discriminados, que el sexismo y el racismo en el trabajo aumente, que las personas obesas, e incluso anoréxicas, no puedan implicarse laboralmente.

Voy a dejar algo claro. No estoy defendiendo a esa persona que se tatúa la frase "Que te jodan" en la frente o algo por el estilo. Soy un defensor del tatuaje, pero como medio de expresión personal o artística. Me parece genial que te tatúes, yo que sé, un ancla en el brazo porque representa la esperanza, entre otras cosas. O alguna frase o símbolo en memoria o tributo de algo significativo personalmente. Pero no creo que tatuarte un "Que te jodan" en la frente tenga algún tipo de significado artístico o personal. Aclarada mi postura, sigamos.

No se trata solo de defender la presencia del tatuaje. Se trata de que mediante ese concepto de imagen que las empresas y la publicidad venden se puedan cambiar los prejuicios sociales. Que se deje de ver a una persona tatuada como una persona marginada o conflictiva. Que se deje de ver a la mujer como una marca de la casa por su físico en una empresa. Que se deje de empujar en dirección al patriarcado social. La integración del minoritario es la evolución de la mayoría social.  En definitiva, que se deje de reprimir la libertad de ser.

1 comentario:

  1. Buenas tardes,
    espero no les importe que haya citado su último párrafo en un crítica similiar (Adjunto enlace http://ladialecticadelasimagenes.blogspot.com.es/2016/09/tatuajes-y-prejuicios.html) Me ha gustado mucho su entrada,

    Saludos

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