Ya era hora de hablar de clásicos. “El
club de la lucha”
es, a
mi parecer,
una de las obras maestras del director David
Fincher. En
la primera parte de la
película,
nos muestra, con una técnica narrativa (voz en off en primera
persona) idéntica a la del libro en el que se basa (Fight
Club, de Chuck Palahniuk),
la vida insípida y aburrida de Jack (Edward
Norton),
quién pese a tener un gran apartamento y un empleo que le permite
viajar con frecuencia, siente un profundo vacío existencial, lo que
le convierte
enun
infeliz.
Representa el bucle consumista y ordinario que lo convierte en un
esclavo de un estilo de vida diseñado por las multinacionales y
el sistema capitalista.
Además,
padece insomnio y para conciliar el sueño, comienza a frecuentar
(por recomendación de su médico) grupos de autoayuda para enfermos
crónicos o terminales, lo que le produce un alivio emocional, motivo
por el cual, se vuelve un adicto a estas sesiones terapéuticas.
Aquí, el director David
Fincher,
refleja cómo la desgracia ajena supone en parte un consuelo en la
vida del protagonista. Necesita
sumirse en el dolor y la desgracia ajena al no disponer de una
propia. Es aquí donde aparece Marla Singer, otra adicta a estas
sesiones que provoca que el protagonista no pueda desahogarse en el
dolor ajeno y que tendrá un papel relevante durante toda la
historia. Y la verdad, me he visto la película como unas 10 veces y todavía no sé qué representación darle a Marla. Quizás no toda la obra contenga una representación del sistema real.
Su
vida cambia
por completo
cuando conoce a un carismático y excéntrico vendedor de jabones
llamado Tyler
Durden.
Jack y Tyler entablan una amistad peculiar en la que se va
describiendo
la naturaleza transgresora de Tyler, su filosofía de vida y su
particular visión del mundo, que choca totalmente con la de Jack.
Seres aparentemente antagonistas pero complementarios. Ambos fundan
“El
club de la lucha”,
un club clandestino donde un grupo de hombres deshumanizados se reune
los fines de semana en aparcamientos o en lonjas, para pelear
entre ellos.
La
lucha es la piedra angular de toda la película. Es
expuesta como una vía de escape, un desahogo espiritual para que los
integrantes del club puedan liberar todas sus emociones y
frustraciones personales. En realidad, se trata de una lucha interna
por reivindicar su propio individualismo (una exaltación del “yo”),
y por sentirse en libertad, algo que no pueden hacer fuera del club
debido a la sociedad
opresora en la que vivimos.
La violencia es una metáfora salvaje del despertar de unos hombres,
anestesiados por
la sociedad de consumo, cuyo materialismo los ha esclavizado y
vaciado, espiritualmente hablando. De hecho, entiendo al club como la representación de los colectivos antisistema.
Volviendo
al escenario de la película, poco
a poco el club
inicial de Jack y Tyler va extendiéndose a nivel nacional, y van
surgiendo diferentes clubs de la lucha repartidos por todo el país.
Finalmente, el
“Club de la lucha” se transforma en un “grupo terrorista”
(que era el objetivo principal de Tyler, y
que pongo entre comillas porque no lo considero como tal),
que realiza atentados para combatir un sistema consumista y
decadente. Durante el metraje hay suficientes señales para ir
resolviendo el puzzle que nos ofrece Fincher en varios aspectos de la
trama, hasta llegar al desenlace, con un giro inesperado que cierra
el sentido de la película.
"El
club de la lucha” es una de las mejores películas que he visto.
Quizás porque encaja muy bien con mis ideales, retratando esa sátira
mordaz de la sociedad consumista y de las falsas apariencias y
valores sociales. La película obliga a sacar tu propio instinto de
supervivencia, explorando el existencialismo más primitivo y
reprimido del ser humano. Es esa clase de obras que te hacen
replantear tu sistema de valores, llegando a cuestionar tu modo de
vida, estilo “V de Vendetta”, “El Show de Truman”, “La
Isla”, “Educación prohibida”, y cien títulos más que se me
ocurren. Tiene demasiados mensajes y guiños filosóficos como para
analizarlos todos. Yo de hecho la he visto unas 10 veces y todavía
no alcanzo a enlazarlos todos.
Una
película que siempre recomiendo y que me entristece que en su
momento (1999) no tuviese tanta repercusión. Hubiese cambiado la
forma de pensar y de ser de más de una persona, como lo hizo en mí.
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